Una de las cuestiones mas complejas con las que nos enfrentamos los padres, a la hora de educar a nuestros hijos, es decidir por que proyecto pedagogico o por que linea educacional decantarnos. Las decisiones de cada cual responden tanto a las diferentes formas de socializacion, como a la reflexion que se haga. Cuando es cosa de dos, la cosa se complica. Como en ese chiste de las tiras de Mafalda, en que la niña les pregunta a sus padres: “¿Ustedes dos, tienen nuestra educacion planificada o la van improvisando nomas?”, a lo que los padres con estupor contestan simultaneamente lo contrario de lo que el otro contesta, mientras se miran desconcertados.



Asi, en la vida real los padres nos encontramos a menudo con ese conflicto. Cuales son las prioridades, como debemos armonizar dos puntos de vista no siempre iguales, cual es el punto de encuentro, que debemos aceptar de nuestra propia experiencia como niños o que debemos rechazar. Decidir esas cosas no deja de ser vital para educar a los hijos con cierta coherencia, pues lo que parece obvio es que cualquier niño requiere de esa coherencia para crecer en un ambiente predecible, coherente y sano. Pero… ¿es eso tan sencillo?



La cosa se complica aun mas cuando los padres deben educar a mas de un niño, pues la sorpresa es que no hay dos niños iguales y nunca responden de la misma forma a los metodos que ya funcionaban con exito en casos anteriores. Imaginense entonces que ocurre cuando uno de los hermanos requiere de metodos educativos algo peculiares. Metodos educativos que no se pueden haber aprendido ni de la propia experiencia, ni de la reflexion durante el embarazo, ni de la lectura de los libros de preparacion para ser padres perfectos de niños programables para responder con exactitud a cada una de las opciones.



Yo siempre pienso que a la inmensa mayoria de los padres de niños con autismo nadie nos preparo para criarlos ni nos advirtio de que algo asi fuera posible. De ahi la frustracion de que no funcionara lo que creiamos aprendido. Ni lo pudimos aprehender basandonos en nuestra infancia y en la experiencia –o los errores– de nuestros progenitores, ni lo pudimos aprender jugando con las muñecas de Famosa, ni observando a los parientes, vecinos y allegados con sus retoños. Hemos tenido que aprenderlo, tras superar esa profunda frustracion, a base de lecturas, de entrenamiento, de errores, de paciencia, de compartir experiencias y de muchisima creatividad. Si a casi todos los padres les sale de forma natural poner una voz determinada, cantar los cinco lobitos o hace el cucutras con sus retoños, a los padres de niños con autismo no nos salio natural tomar un lapiz y un cuaderno ante situaciones cotidianas, hablar con signos o confeccionar tablas de premios -en forma de dulce o patata frita- por cualquier cosita que nuestro hijo deberia hacer o aprender de forma espontanea o natural.



En el caso de que un niño con autismo tenga hermanos neurotipicos, la situacion puede mostrar claras divergencias en el trato que se les da a los hijos. Entonces, la pregunta que los padres deberiamos hacernos es: como armonizar mas de una linea educativa sin que nuestros hijos crezcan con la sensacion de no tener adonde agarrarse. No es una pregunta banal, porque la convivencia familiar esta llena de pequeños detalles en los que hay que actuar de una forma determinada. Como ejemplo personal, yo nunca pense que fuera a educar a mis hijos usando recompensas. Yo pensaba, aun sin hijos a mi alrededor, que los niños deben aprender cuales son sus deberes y cuales son sus obligaciones sin someterlos a chantajes de ningun tipo, ni a condicionantes materiales. Lo habre defendido en mas de una sobremesa, totalmente convencida de mi sabiduria, aunque no tuviera todavia hijos. Lo sigo pensando de forma teorica y general, pero ¿que hacer cuando mi hijo con autismo necesita de esos condicionantes para aprender, porque mi sonrisa no le basta? ¿Y que hacer si a el le ofrezco un pedacito de chocolate tras uno de sus avances, mientras que a mi hija se lo niego por el mismo exito? La cuestion es como explicar esa diferencia, injusta obviamente a sus ojos de niña; o como integrar esas cosas en nuestra vida, sin traicionar asi a algunos de mis principios como madre. ¿Darle a ella a veces ese chocolate, pero no como recompensa? ¿No darselo a el cuando ella esta presente? ¿Reducir los condicionantes de mi hijo y premiarlos de otra forma, afectivamente, festivamente, a los dos?



Para intentar contestar a estas preguntas, primero hay que diferenciar entre dos tipos de familia. Porque cuando se tiene mas de un hijo, y uno de ellos tiene autismo, pueden pasar dos cosas: que el primer hijo sea el que tiene autismo, o que el hijo sin autismo haya sido el primero. Vayamos por pasos.



Si el primer hijo tiene autismo, y los padres se han puesto manos a la obra, el segundo hijo llega a un hogar donde los pictogramas, las historias sociales y las recompensas estan a la orden del dia. El segundo hijo simplemente aprende a vivir asi, y si acaso son los padres los que deben volver a practicar una forma de comunicacion mas relajada y natural, y sorprenderse gratamente de que no requiera de esas recompensas para tantas cosas. Cuando mi hija pequeña nacio, alguien me hizo notar que yo le hablaba como a mi hijo mayor, es decir, como si ella tuviera autismo: con gestos exagerados, con una entonacion teatral, con apoyos visuales. Mi experiencia como madre era esa, pense, y ademas tambien pense que esa forma de comunicacion tan exitosa con mi hijo mayor, no podria ser perjudicial con mi hija. No creo que lo haya sido. Sin embargo, en otras cuestiones como los premios, como los limites, si que se impone cierto conflicto. Mantener dos lineas de educacion puede resultar muchas veces algo estresante, y sobre todo frustrante para todos. En mi caso me he decantado, en primer lugar, por relajar de alguna forma mis convicciones. En segundo lugar, intento llevar a cabo esas dos lineas, pero no de forma paralela, sino intentando unirlas en algun momento. Es decir que, en el caso de mi hijo con autismo, no baso toda su educacion en un sistema de recompensas, sino que lo he ido limitando a algunos objetivos concretos, como el hecho de dejar los pañales o permitir que le cortaran las uñas de los pies. Y a mi hija sin autismo, por otra parte, si le caen ciertos premios tambien en ocasiones especiales para ella, que probablemente en otro contexto no requeririan ninguna recompensa y que, sin mi experiencia como madre de esta familia, me haria llevarme las manos a la cabeza. De forma optimista, mi objetivo es que algun dia ninguno de los dos espere ni necesite recompensas materiales para aprender ni para comportarse de una forma adecuada. Pero voy hacia ello con calma.



Me pregunto tambien que ocurre si el primer hijo no tiene autismo, y los padres ya creen haber encontrado el metodo educacional mas apropiado. En ese caso, imagino que puede ser mas dificil integrar al niño mayor en todos esos cambios que se producen en la dinamica de la familia. Pues para el o ella, eso aparece como una gran injusticia. Si antes ibamos -se preguntara el crio- a cualquier fiesta multitudinaria, ¿por que ahora no podemos ir mas? Si antes decidiamos espontaneamente irnos al cine, al circo, a la playa, ¿por que ahora debemos vivir con una agenda ferrea que dicta nuestra vida? A los celos normales de los hijos, a la competitividad que hay siempre entre hermanos, se suma la desorientacion de tener que cambiar la propia vida, la dinamica familiar, por el nuevo miembro de la familia, quien, ademas, no siempre es el compañero de juegos con el que el crio habra soñado.



No tengo respuestas para todo esto, por supuesto, apenas son reflexiones sobre los problemas y conflictos que pueden surgir en familias, cuando uno de los hijos tiene autismo. Por mi experiencia, y observando a otras familias, si tengo algunas sugerencias que en nuestro caso funcionan. En primer lugar se trata de algo que puede ayudar a coordinar esas lineas diferentes que se deben llevar. En una familia todos los miembros deberian saber que son parte de un equipo, y que se deben ir ayudando, apoyando y esperando a los demas, cuando sea necesario. Ahora bien, esa convivencia tambien puede crear frustracion y rencor en algunos de sus miembros, sobre todo en aquellos que por su edad y falta de madurez no entienden a que se deben los cambios, las diferencias, las atenciones no siempre equilibradas. Por eso, cada uno de nosotros debe tener sus espacios de libertad, y en la familia en su conjunto se debe dar cabida a constelaciones dinamicas y cambiantes. Constelaciones donde se combine uno de los padres con uno de los hijos, para poder mantener la agenda familiar sin perder ni la espontaneidad ni la multitudinaria socializacion, tambien necesaria para algunos. Combinar el sentimiento de cohesion necesario, sin perder la libertad de cada cual, porque en esos espacios es cuando el niño sin autismo se puede sentir el protagonista, y recibir la atencion de los adultos sin roces con los limites que se imponen en conjunto. Esto es una carrera de fondo, aunque pueda mejorar en mayor o menos medida. Bajo la premisa de potenciar constelaciones dentro de la familia, seria importante planificar –si, planificar- la rutina semanal, las vacaciones, los dias libres, la vida familiar. Probablemente se trate de un punto de partida para no perder la energia de todos los que estan en el mismo barco. Y tambien para permitir que los hermanos de niños con autismo puedan desarrollarse y sentirse el centro de atencion a ratos, cosa que necesitan, como cualquiera.



La segunda sugerencia tiene que ver con eso. Si entre todos los hermanos se da rivalidad, competencia, celos y envidias, en el caso de las familias con un hijo con autismo la cosa puede complicarse e irsenos de las manos. Todos esos sentimientos existen, obviamente, pero de alguna forma se pueden manifestar de forma desconcertante. Como ejemplo, a mi hija le fascinaba tambien poner las cosas en fila, y se concentraba para que le quedasen tan bien como a su hermano, al que admiraba por esa agilidad envidiable, y se frustraba terriblemente si no lo lograba. Ofrecerle al niño neurotipico la sensacion de ser tan especial como el otro –porque ademas lo es-, y que merece una atencion individual en ciertos momentos, puede facilitar las cosas. No deberiamos olvidar que su papel en la familia tampoco es facil. Sin querer, les obligamos a aceptar ya algunas responsabilidades que no son comprensibles para su edad. Sin poderlo evitar, les exigimos un comportamiento en algunos casos demasiado maduro. Mi hija sabe desde que es demasiado pequeñita que debe ceder si quiere ahorrarse problemas, y que su hermano acostumbra a recibir primero nuestra atencion en sus necesidades, y que ella debe esperar pacientemente. Mi esperanza es que ella viva su infancia sin demasiado estres, con la seguridad de ser amada y aceptada de forma incondicional, y con la conviccion de ser unica e irrepetible. Aunque a veces deba ceder yo en algunas de mis convicciones pedagogicas, tomadas desde la inexperiencia absoluta cuando no tenia aun hijos, no pierdo de vista que educarlos a los dos es una tarea larga. Y, sobre todo, me recuerdo algo que aprendi gracias a mi hijo: que es mejor la perseverancia a la prisa, la constancia a la urgencia. A mi hija todo esto le sirve por igual, y creo que sale ganando.



Estas sugerencias no son una promesa de felicidad familiar, solo son reflexiones de una madre que va aprendiendo que hacer y como hacerlo, y a ratos se equivoca. Como diria Mafalda, los hijos son como los conejillos de indias. Una nunca esta del todo preparada a priori, no existe un entrenamiento ideal. Pero no por eso una debe dejar de hacerse la pregunta de como lograr que sus hijos, siendo parte del mismo equipo, puedan recibir la educacion, la atencion y el amor necesarios, sin caer en detrimento de ninguno de ellos.